Ir al contenido principal

Una Mujer Exquisita

Una mujer exquisita no es aquella que más hombres tiene a sus pies, si no aquella que tiene uno solo que la hace
realmente feliz.

Una mujer hermosa no es la más joven, ni la más flaca, ni
la que tiene el cutis más terso o el cabello más
llamativo,
es aquella que con tan sólo una franca y abierta
sonrisa y un buen consejo puede alegrarte la vida.

Una mujer valiosa no es aquella que tiene más títulos, ni
más cargos académicos,
es aquella que sacrifica su sueño
temporalmente por hacer felices a los demás.

Una mujer exquisita no es la más ardiente (aunque si me
preguntan a mí, todas las mujeres son muy ardientes... Los que estamos fuera de foco somos los hombres )
sino la que vibra al hacer el amor solamente con el hombre que ama.

Una mujer interesante no es aquella que se siente halagada al ser admirada por su belleza y elegancia,
es aquella mujer firme de carácter que puede decir NO.

Y un HOMBRE... UN HOMBRE EXQUISITO
es aquel que valora a una mujer así...
Que se siente orgulloso de tenerla como compañera...
Que sabe tocarla como un músico virtuosísimo toca su
amado instrumento...
Que lucha a su lado compartiendo todos sus roles, desde
lavar platos y atender tripones, hasta devolverle los
masajes y cuidados que ella le prodigó antes...

La verdad, compañeros hombres, es que las mujeres en eso de ser 'Muy machas' nos llevan gran recorrido...

¡Qué tontos hemos sido -y somos- cuando valoramos el
regalo solamente por la vistosidad de su empaque...

¡Tonto y mil veces tonto el hombre que come mierda en la
calle, teniendo un exquisito manjar en casa.

-Gabriel García Márquez- (Colombiano)

Comentarios

Cuando el amor hiere cualquiera se hace poeta aunque nunca hubieses sido favorecido por la musa pero al decir mi palabra como poeta y galantear la belleza que lleva no me equivoque por la hermosa y sabia dama que vi ayer que a distancia pude ver su gran sabiduria en saber apreciar y tomar el lado de la literatura que es el mundo donde se puede volar y sertirse libre como el pensamiento

Entradas populares de este blog

Gólgota Rosa

Del cuello de la amada pende un Cristo, joyel en oro de un buril genial, y parece este Cristo en su agonía dichoso de la vida al expirar. Tienen sus dulces ojos moribundos tal expresión de gozo mundanal, que a veces pienso si el genial artista dióle a su Cristo alma de don Juan. Hay en la frente inclinación equívoca, curiosidad astuta en el mirar, y la intención del labio, si es de angustia, al mismo tiempo es contracción sensual. ¡Oh, pequeño Jesús Crucificado!, déjame a mí morir en tu lugar, sobre la tentación de ese Calvario hecho en las dos colinas de un rosal. Dame tu puesto, o teme que mi mano con impulso de arranque pasional, la faz te vuelva contra el cielo y cambie la oblicua dirección de tu mirar. Fabio Fiallo (Poeta Dominicano)

Se fue con Alzheirmer

Una mañana despertó vacio sus ojos estuvieron fijos en la nada su boca un mal gesto dibujaba y sus pies ya no le respetaban. Una mañana ya no era él se despertó y de mí no se acordaba me atemorice, no dije nada un nudo en mi garganta se formaba. Una mañana lo llamó Alzheimer y prefirió irse con él sin titubear al regresar ya no era el mismo. Lo vi caminar sin rumbo, hablar con su sombra llamar a sus muertos vivos y enterrar a sus vivos en el profundo mar de su memoria. Sólo yo lo miraba cuando podía cuando mis ojos no se nublaban yo lo veía con tristeza yo lo despedía y él no lo notaba  prefirió olvidar e irse de viaje con Alzheirmer.

Amor de tarde

Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cuatro y acabo la planilla y pienso diez minutos y estiro las piernas como todas las tardes y hago así con los hombros para aflojar la espalda y me doblo los dedos y les saco mentiras. Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cinco y soy una manija que calcula intereses o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas o un oído que escucha como ladra el teléfono o un tipo que hace números y les saca verdades. Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las seis. Podrías acercarte de sorpresa y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos yo con la mancha roja de tus labios tú con el tizne azul de mi carbónico. Mario Benedetti (Uruguayo)